miércoles, 1 de junio de 2016

Diario de Campaña: Sesión 10 (preparándose para la exploración)

Continuación de Las Salas de Rogahn y Zelligar (Aquí los sucesos anteriores)


Continuamos con las peripecias de nuestro grupo de aventureros. En nuestra última sesión los dejamos en Falcongrís, ya en la posada del Dragón Plateado. El grupo había sufrido su primera baja y tenían que decidir cual sería su siguiente paso. Allí conocieron a Brandon, un aventurero que por azares de la vida también había huido de las salas de Rogahn y Zelligar hacía unos días.

Todos estuvieron de acuerdo en volver a las salas que habían abandonado tan precipitadamente. No estaban dispuestos a dejarse vencer por sus peligros, y además, según Brandon aun había una posibilidad de encontrar a Cedrick, otro aventurero de su grupo anterior del que se separó en su huida. Probablemente ya estaría muerto al igual que el resto de sus compañeros, pero tenía que intentar rescatarlo.

Esta vez nuestros aventureros decidieron que se prepararían a conciencia para la expedición. A la mañana siguiente visitaron la biblioteca de Falcongrís. Querían averiguar algo más sobre Rogahn y Zelligar. Una vez más pidieron la asistencia de Luel, la acólita de Baccob que servia en el lugar. Con su ayuda no tardaron en encontrar un relato que hacía referencia a Rogahn y Zelligar. Por lo visto fueron dos aventureros de renombre que llegaron al dominio de Falcongrís hace ya mucho años. Con el permiso de Zagig Yragerne, el alcalde de Falcongrís por aquel entonces, se establecieron en algún lugar de las Colinas de los Túmulos. En un lugar secreto. Un tiempo después participaron en la defensa del dominio contra una invasión de nómadas del Desierto Deslumbrante. Cuenta la leyenda que el grupo de aventureros al que pertenecían Rogahn y Zelligar fueron capaces ellos solos de detener a los nómadas en un paso de montaña. Tal hecho ayudó a acrecentar la ya de por si gran fama de los aventureros. Sin embargo un tiempo después partieron hacia el norte para no regresar jamás. El emplazamiento de sus salones seguía siendo un secreto aun hoy en día.

La información acrecentó las ganas de nuestro grupo de volver a explorar el lugar. Si el emplazamiento era tan secreto, muy probablemente aun guardaría varias de las riquezas de Rogahn y Zelligar. Pero como bien aprendieron por las malas, no era cuestión de partir sin el equipo adecuado. Así que dedicaron el resto del día a comprar varias piezas de equipo. Lo que más les costó fue encontrar hierbas curativas a buen precio. El botánico que solía servirles se había quedado sin existencias, y los otros establecimientos que visitaron no estaban por la labor de hacer rebajas. Por lo visto el gremio estaba aplicando una política muy estricta con respecto a eso. No les quedó más remedio que dejarse una pequeña fortuna.

Con el equipo ya en sus manos partieron sin más demora. El camino era fácil de seguir, aunque un aguacero bien fuerte los sorprendió al final del día y tuvieron que buscar un refugio a toda prisa. Por suerte el temporal fue cosa de una noche, y al día siguiente pudieron seguir su camino sin problemas. Decidieron que no pasarían por la hacienda de Bulbar, entre otras cosas para no tener que dar explicaciones sobre que hacían por el lugar. Así llegaron hasta las cuevas de los trasnos al final del tercer día. Las viejas estancias de Rogahn y Zelligar los aguardaban.

Todo parecía estar igual que en su última incursión. Las cuevas seguían vacías y no les costó abrir la puerta secreta que daba paso al complejo. Con decisión avanzaron hasta el cruce de caminos donde aguardaban los cuerpos de los compañeros de Brandon. En su camino, al pasar por el tercer par de nichos, volvieron a materializarse las dos enormes cabezas que se rieron una vez más de los aventureros, presagiándoles un aciago final. Para refrendar esas palabras les aguardaba un poco después la escena del enfrentamiento con los hobgoblins. No todos los cuerpos seguían en el lugar, y lo que quedaban mostraban signos de haber sido profanados, mordidos por alguna clase de criatura. Nuestros aventureros no se detuvieron mucho en el lugar y optaron por abrir la puerta que tenían justo delante. No sin esfuerzo consiguieron desbloquearla para ganar acceso a una gran sala de audiencias. En el centro, sobre un pedestal, los observaban dos grandes tronos. De las paredes de la estancia colgaban una serie de tapices que intercalaban colores amarillos con púrpuras. En una de las paredes, a su derecha, los tapices estaban roídos y la pared mostraba varios agujeros en su superficie. Varios pares de ojos rojos los observaban desde la oscuridad. No tardaron en ver un nutrido grupo de ratas de gran tamaño que aparecieron por detrás de los tronos. En un primer momento las ratas se quedaron quietas observando al grupo con curiosidad, como ponderando su poder. El grupo, escarmentado por su enfrentamiento anterior, decidieron retirarse con cuidado hasta la puerta, para poder hacerse fuertes si las ratas atacaban. Y atacaron. En cuanto los aventureros empezaron a retirarse las ratas atacaron en masa. Por suerte demostraron no ser rival para nuestro grupo, que mantuvieron una posición defensiva tras la puerta de entrada y pudieron despachar a las ratas sin demasiados problemas.

Con la habitación libre de enemigos, nuestros aventureros se dedicaron a estudiar con cuidado las paredes en busca de puertas secretas. No tardaron en obtener su recompensa al observar en la esquina derecha, al fondo de la habitación, una posible puerta. Tocando las piedras de la pared terminaron encontrando una suelta que al presionarse hizo abrirse una sección de la pared. Justo detrás los observaba un esqueleto guerrero que comenzó a moverse en dirección a los aventureros. Detrás del esqueleto había una cortina que evitaba ver lo que aguardaba tras la puerta secreta, pero los aventureros observaron con estupor como unas manos huesudas tiraban de esa cortina para dejar paso a tres esqueletos guerreros más. Por suerte Pelor debía estar sonriendo ese día a nuestros aventureros y el combate se solventó sin lamentar heridas graves por parte del grupo. Con los esqueletos convertidos en polvo, el grupo se introdujo en la nueva cámara para explorarla.


Parecían encontrarse en una habitación austera pero funcional, con una gran cama en el centro. El cabezal de la cama tenía una gran "R" grabada, por lo que el grupo asumió que se encontraban en las estancias privadas de Rogahn. Sin puertas visibles, los aventureros revisaron la habitación sin encontrar nada de mención, así que regresaron a la sala de los tronos. Allí volvieron a revisar las paredes, y una vez más terminaron por encontrar una puerta secreta muy parecida a la anterior pero en la pared de la izquierda. Los aventureros decidieron entonces parar un momento y discutir sus siguientes pasos...

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